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A por los despojos

La clase política mendocina, por boca de ganso, le está pidiendo al gobernador previsibilidad. ¿Para qué? Para que asuma el rol de coordinador calificado de la transición a la batalla por su sucesión.

En la política mendocina todos están pendientes, expectantes, de los movimientos de Celso Jaque. Parece mentira, pero el gobernador, por eso de ser el gobernador, concita la atención de propios y extraños porque lo que haga Jaque de aquí en más pareciera que condicionará todo el esquema político de cara a la última mitad de gobierno, pero mucho más frente al superelectoral 2011.

El hombre viene de ser derrotado por paliza, para lo que ya va a hacer un mes de eso. Y, sin embargo, se crea o no, todo sigue girando en función de sus hechos. Lo que marca en primer lugar que, por ahora, al menos por ahora, la gobernabilidad parece no estar amenazada, lo que no implica que no haya pujas y fuerzas de toda laya para influir en las decisiones futuras de esta administración que ha comenzado a rebuscar su destino.

La clase política mendocina, por boca de ganso, le está pidiendo al gobernador previsibilidad. ¿Para qué? Para que asuma el rol de coordinador calificado de la transición a la batalla por su sucesión.

Propios y extraños están en esa. La oposición (radicales, cobistas, peronistas disidentes, demócratas), porque entiende que el malargüino, aunque desgastado y debilitado, tiene el poder en sus manos para tomar las medidas necesarias para inclinar o no la balanza en favor de algún o algunos grupos opositores más afines a lo suyo, haciendo que él o los beneficiados tengan en sus manos más cartas para jugar a ser referente o referentes. El problema, claro, o fortaleza, según cómo se vea, es que en la oposición no hay líderes claros, en especial en la franja de los últimos ganadores.

Entonces, todos quieren ser el interlocutor de un gobierno en retirada preparando el terreno para el postjaquismo. No por casualidad al godoicruceño Alfredo Cornejo y al capitalino Víctor Fayad se los ha sorprendidos a puro codazo por ser de los primeros en entrar al cuarto piso de la Casa de Gobierno y acordar con Jaque los temas más urticantes (gasto público, finanzas, endeudamiento) y los otros menos visibles pero tan estratégicos que cuando uno logra llegar a controlarlos puede pavonearse dando muestras de poder real, como el apadrinar nada más y nada menos que la llegada de unos 90 nuevos magistrados a la Justicia por jubilación de los que están, contando a seis integrantes de una corte de nueve. No es poca cosa. Y Jaque -el mandatario que quizás haya cosechado el nivel de rechazo más alto desde el restablecimiento de la democracia, incluso más que el que tuvo el también peronista Rodolfo Gabrielli a mediados de los noventa- es quien tiene la llave para entrar a jugar con esos asuntos. De ahí que todos esperan sus movimientos.

En el oficialismo también aguardan. ¿Qué están mirando? A Jaque y sus señales. Los peronistas típicos, analistas y con ambiciones, esperan que el gobernador les levante el pulgar para que jueguen en la competencia por la sucesión.

En realidad, presionan a Jaque para que los llame a cogobernar, a que comparta con ellos lo que queda de la torta que se ganaron en aquella rifa del 2007 y, mucho más, que se haga a un costado para dejarlos correr a ellos. Ellos no son otros que dos o tres intendentes, dos o tres legisladores y dos o tres funcionarios que no son parte de la mesa chica de Jaque pero que se ven con la talla suficiente como para probarse algo.

Sin embargo, todo indicaría, según lo que se alcanza a vislumbrar, que a todos Jaque los dejaría esperando y que ni a opositores ni oficialistas les satisfaría ese deseo de que fuerce definiciones que lleguen a beneficiarlos. Porque Jaque ha decidido morir con el estilo que les mostró a todos los mendocinos en esta primera parte de su gestión. Desconfiado, retraído, ensimismado, llevando las decisiones -todas- de su gobierno al más alto nivel del secretismo, Jaque sigue gobernando y haciendo las correcciones que sólo él y quizás Alejandro Cazabán y Raúl Perruco Leiva (sus más estrechos y únicos hombres de confianza) definan.

En ese estrechísimo campo de toma de decisiones se dispuso cambiar el cuadro tarifario que por presión habían logrado arrancarle a este gobierno las firmas del sector eléctrico (lideradas por Edemsa) para financiar, con una transferencia millonaria, los negocios internos de las propias firmas. Y resultó llamativo, para quien no está entrenado en estas cuestiones que suceden despachos adentro que fuera Cazabán el encargado de anunciar las reformas al cuadro tarifario que finalmente salió a la luz. Allí no estuvo Francisco Pérez, el ministro del área, de quien se dice que nunca comulgó con ese acuerdo (en apariencia desbaratado) que se había alcanzado con las eléctricas, tema que siempre pasó por la Secretaría General de la Gobernación y no por su oficina.

El cambio fue una muestra de una lectura diferente luego de la derrota. También se ha evidenciado en otras medidas o señales, quizás no tan espectaculares, pero trascendentes igual, como la vuelta a las mediciones propias de los indicadores económicos, medida que si bien se toma por un giro nacional en la cuestión, mucho ha tenido que ver el desembarco de Raúl Mercau en el área económica.

Jaque debe seguir sacándose lastre teniendo en cuenta que eso no le garantizará que la gente cambie su visión de él y de su gobierno. Pero lo tiene que hacer igual. Debe aclarar todavía la llegada de un contador "con padrinos económicos" a la DGE y su relación política con la Nación, esto último, quizás lo más urticante desde lo político: decidir si sigue apostando a los Kirchner con acciones en baja o se pasa al bando de los Duhalde, de los Acevedo o hasta de los Gioja, quienes han comenzado su lento desacople.

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