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Al ritmo del Cadillac fundido

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Celso Jaque suele tener una costumbre cada vez que convoca a sus funcionarios para lo que se conoce como las habituales reuniones de gabinete: diligente y acomedido, una vez que todos sus ministros y secretarios ya se han sentado en sus sillas, toma una canasta con sus manos y recoge uno a uno los teléfonos celulares de los asistentes al encuentro, los apaga o pide que lo hagan antes y los echa adentro.

Celso Jaque suele tener una costumbre cada vez que convoca a sus funcionarios para lo que se conoce como las habituales reuniones de gabinete: diligente y acomedido, una vez que todos sus ministros y secretarios ya se han sentado en sus sillas, toma una canasta con sus manos y recoge uno a uno los teléfonos celulares de los asistentes al encuentro, los apaga o pide que lo hagan antes y los echa adentro.

Una vez terminada la reunión, cada funcionario se dirige a la canastita que descansa en un rincón para encontrarse con su aparatito. Algunos de los ministros han optado por identificar el celular –la mayoría son similares– con algún elemento distintivo, tales como una calcomanía del equipo de fútbol del que es hincha, una marca particular o algo por el estilo y salen rápidamente. En el último encuentro, Jaque estuvo a un tris de tirarle por la cabeza el contenido de la canasta a uno de sus secretarios de Estado, con rango de ministro, a quien culpa de haber alimentado el morbo periodístico por el incómodo affaire alrededor de la contratación de los Cadillacs, en febrero de este año.

El escándalo demoró lo que iba a ser la aparición en público de un cambio de rumbo en el gobierno, con el fin de reencaminarse hacia los últimos dos años de gestión, con alguna esperanza cierta de salvar la ropa que les queda puesta, armando una nueva corriente dentro del peronismo para hacer frente al 2011 y con Jaque como insignia, como el estandarte de la movida.

El caso de los Cadillacs postergó todo. Pero también, se animan dentro del Palacio, “pudo hacernos ver quién banca lo que queda de este peronismo gobernante, quién está con nosotros y quién se fue definitivamente”. Como estrategia de defensa ante el embate investigativo, ante tanto asunto desprolijo, es defender que no hubo nada ilegal y que todo responde a una decisión política del gobernador de hacer trascender la provincia de la mano de acontecimientos de relevancia.

Así lo hizo, sostienen, en Malargüe, cuando fue su intendente y autorizaba la llegada de espectáculos y figuras que ni siquiera pasaban por Mendoza. Una decisión política, claro está. Es la única salida, la menos tóxica, para tanto despropósito y aristas dudosas. Mientras se diseñaba la estrategia de defensa, varias fueron las críticas al secretario de Estado, a quien cuestionan por haber sacado los pies del plato y no bancar una medida de gobierno, permitiendo que el caso llegara a los medios y se difundiera tanto ante una muestra de debilidad del propio Gobierno. Ese funcionario será uno de los que se quedará afuera del golpe político que prepara Jaque para rearmarse dentro del peronismo y dar pelea interna, si es necesario.

El Gobierno se esperanza en salir rápidamente del fabuloso entuerto del momento con las menores heridas posibles, sabiendo que quedará golpeado. Pero es tanta la decrepitud que los ha invadido luego del resultado electoral que se dan aliento entre sí, pensando que más bajo no se puede caer y que, cuando se ha tocado fondo –como creen– no queda otra cosa que comenzar a subir. Sin duda que con algo del gen justicialista cuentan, al convencerse de que pueden armar algo en medio de tanta desolación. Pero allí están.

Jaque está dispuesto a trabajar en dos frentes: uno con la gestión como baluarte y otro puramente político, hacia adentro del peronismo, para enfrentar a los azules y otras líneas que puedan surgir, como la del sanrafaelino Omar Félix, que podría comenzar a mostrarse ayudado por el combustible que le pueda acercar, gentilmente, José Luis Manzano. El Chupete o Cototo, como todavía se lo recuerda en su querido Tupungato, está dispuesto a apostar fuertemente en la arena política, por lo que habría tomado la decisión de estimular a Félix, entre sus movidas dentro del peronismo, mientras que, por afuera, estaría ensayando “Manzano 2011”, dando cuerpo a un soñado proyecto personal para Mendoza, con Francisco de Narváez en la provincia de Buenos Aires y Julio Cobos encaramado en la candidatura a la presidencia nacional.

En ese contexto, el oficialismo jaquista o que todavía le es fiel ya tiene gente trabajando en varios departamentos, identificando referentes y militancia para lo que sería la fuerza territorial que le serviría para tomar el control del peronismo provincial. La aventura cuenta con el apoyo de los integrantes del gabinete, la fuerza joven representada por Pérez, Adaro, Ciurca, López Puelles (a quien quieren introducirlo en las lides políticas) y hasta el rebelde Guillermo Carmona. También ha sumado a cinco intendentes, de los diez que tiene el peronismo y a un puñado de sindicatos que no siguieron ni avalaron las críticas de quien se erigía en el líder del sindicalismo mendocino al frente de una de las CGT, Roberto Picco.

El diagnóstico del jaquismo se resume en que, luego del cataclismo electoral, todo el peronismo fue hundido y que muchos mitos se cayeron, como ese que indicaba que la imagen de los intendentes alcanzaría para ganar frente a la mala de Jaque.
Por eso, desde el seno del poder, el gobernador avanza con entusiasmo notable en el nuevo camino que está diseñando, esperanzado en ahuyentar los demonios. Mañana anuncia el plan de ajuste y utilizará el fin de semana para preparar su encuentro con Cristina Fernández y el lunes podría dar otro golpe vinculado con los servicios públicos, un cambio de rumbo, un golpe lo suficientemente fuerte como para, dicen, recuperar la iniciativa, la agenda y, por sobre todo, la autoridad.

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A por los despojos

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La clase política mendocina, por boca de ganso, le está pidiendo al gobernador previsibilidad. ¿Para qué? Para que asuma el rol de coordinador calificado de la transición a la batalla por su sucesión.

En la política mendocina todos están pendientes, expectantes, de los movimientos de Celso Jaque. Parece mentira, pero el gobernador, por eso de ser el gobernador, concita la atención de propios y extraños porque lo que haga Jaque de aquí en más pareciera que condicionará todo el esquema político de cara a la última mitad de gobierno, pero mucho más frente al superelectoral 2011.

El hombre viene de ser derrotado por paliza, para lo que ya va a hacer un mes de eso. Y, sin embargo, se crea o no, todo sigue girando en función de sus hechos. Lo que marca en primer lugar que, por ahora, al menos por ahora, la gobernabilidad parece no estar amenazada, lo que no implica que no haya pujas y fuerzas de toda laya para influir en las decisiones futuras de esta administración que ha comenzado a rebuscar su destino.

La clase política mendocina, por boca de ganso, le está pidiendo al gobernador previsibilidad. ¿Para qué? Para que asuma el rol de coordinador calificado de la transición a la batalla por su sucesión.

Propios y extraños están en esa. La oposición (radicales, cobistas, peronistas disidentes, demócratas), porque entiende que el malargüino, aunque desgastado y debilitado, tiene el poder en sus manos para tomar las medidas necesarias para inclinar o no la balanza en favor de algún o algunos grupos opositores más afines a lo suyo, haciendo que él o los beneficiados tengan en sus manos más cartas para jugar a ser referente o referentes. El problema, claro, o fortaleza, según cómo se vea, es que en la oposición no hay líderes claros, en especial en la franja de los últimos ganadores.

Entonces, todos quieren ser el interlocutor de un gobierno en retirada preparando el terreno para el postjaquismo. No por casualidad al godoicruceño Alfredo Cornejo y al capitalino Víctor Fayad se los ha sorprendidos a puro codazo por ser de los primeros en entrar al cuarto piso de la Casa de Gobierno y acordar con Jaque los temas más urticantes (gasto público, finanzas, endeudamiento) y los otros menos visibles pero tan estratégicos que cuando uno logra llegar a controlarlos puede pavonearse dando muestras de poder real, como el apadrinar nada más y nada menos que la llegada de unos 90 nuevos magistrados a la Justicia por jubilación de los que están, contando a seis integrantes de una corte de nueve. No es poca cosa. Y Jaque -el mandatario que quizás haya cosechado el nivel de rechazo más alto desde el restablecimiento de la democracia, incluso más que el que tuvo el también peronista Rodolfo Gabrielli a mediados de los noventa- es quien tiene la llave para entrar a jugar con esos asuntos. De ahí que todos esperan sus movimientos.

En el oficialismo también aguardan. ¿Qué están mirando? A Jaque y sus señales. Los peronistas típicos, analistas y con ambiciones, esperan que el gobernador les levante el pulgar para que jueguen en la competencia por la sucesión.

En realidad, presionan a Jaque para que los llame a cogobernar, a que comparta con ellos lo que queda de la torta que se ganaron en aquella rifa del 2007 y, mucho más, que se haga a un costado para dejarlos correr a ellos. Ellos no son otros que dos o tres intendentes, dos o tres legisladores y dos o tres funcionarios que no son parte de la mesa chica de Jaque pero que se ven con la talla suficiente como para probarse algo.

Sin embargo, todo indicaría, según lo que se alcanza a vislumbrar, que a todos Jaque los dejaría esperando y que ni a opositores ni oficialistas les satisfaría ese deseo de que fuerce definiciones que lleguen a beneficiarlos. Porque Jaque ha decidido morir con el estilo que les mostró a todos los mendocinos en esta primera parte de su gestión. Desconfiado, retraído, ensimismado, llevando las decisiones -todas- de su gobierno al más alto nivel del secretismo, Jaque sigue gobernando y haciendo las correcciones que sólo él y quizás Alejandro Cazabán y Raúl Perruco Leiva (sus más estrechos y únicos hombres de confianza) definan.

En ese estrechísimo campo de toma de decisiones se dispuso cambiar el cuadro tarifario que por presión habían logrado arrancarle a este gobierno las firmas del sector eléctrico (lideradas por Edemsa) para financiar, con una transferencia millonaria, los negocios internos de las propias firmas. Y resultó llamativo, para quien no está entrenado en estas cuestiones que suceden despachos adentro que fuera Cazabán el encargado de anunciar las reformas al cuadro tarifario que finalmente salió a la luz. Allí no estuvo Francisco Pérez, el ministro del área, de quien se dice que nunca comulgó con ese acuerdo (en apariencia desbaratado) que se había alcanzado con las eléctricas, tema que siempre pasó por la Secretaría General de la Gobernación y no por su oficina.

El cambio fue una muestra de una lectura diferente luego de la derrota. También se ha evidenciado en otras medidas o señales, quizás no tan espectaculares, pero trascendentes igual, como la vuelta a las mediciones propias de los indicadores económicos, medida que si bien se toma por un giro nacional en la cuestión, mucho ha tenido que ver el desembarco de Raúl Mercau en el área económica.

Jaque debe seguir sacándose lastre teniendo en cuenta que eso no le garantizará que la gente cambie su visión de él y de su gobierno. Pero lo tiene que hacer igual. Debe aclarar todavía la llegada de un contador "con padrinos económicos" a la DGE y su relación política con la Nación, esto último, quizás lo más urticante desde lo político: decidir si sigue apostando a los Kirchner con acciones en baja o se pasa al bando de los Duhalde, de los Acevedo o hasta de los Gioja, quienes han comenzado su lento desacople.

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Con el virus adentro

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Celso Jaque no sólo comunica mal. Posiblemente, además, pifie en los métodos y en muchas de las decisiones que toma, como parece haberle ocurrido con la designación del director general de Escuelas, Carlos López Puelles.

Entre los varios problemas que tiene la administración del gobierno de Celso Jaque -que de más está decir que son para todos los gustos-, quizás uno sea el más sorprendente: el de no poder mirar hacia adelante sin caer en la depresión y desazón que le provoca ver que el capital político que va consiguiendo con algunas medidas, menguado desde ya luego de la derrota electoral, se le esfume tan rápido con la incapacidad evidente de poder sacarle algún provecho, pese a contar, todavía y por dos años más, con todos los atributos del poder.
Es un fenómeno raro de la política, pero las explicaciones están a flor de piel y surgen espontáneamente. Celso Jaque no sólo comunica mal. Posiblemente, además, pifie en los métodos y en muchas de las decisiones que toma, como parece haberle ocurrido con la designación del director general de Escuelas, Carlos López Puelles, asunto que ha generado muchas dudas desde el vamos, cuando pocos lo conocen, pero que podrían multiplicarse a medida que vayan saliendo a la luz tejes y manejes que envolvieron la llegada de este contador que hasta ahora se venía desempeñando en la Dirección de Administración para saltar al cargo que cumplió hasta el lunes la maestra rural Iris María Lima, la Tía Tita, como se la conoció en la intimidad del gabinete.
El panorama es bastante complejo. El fenómeno es que el Gobierno desaprovecha todas y cada una de las alternativas que tiene en el menú para levantarse del mazaso. En un contexto en donde todo el oficialismo resultó perdedor, lo más razonable sería que el Gobierno buscara contención en el propio peronismo, pero las señales que se están lanzando van en otro sentido. Con Jaque fuera de juego en cualquier proyección política para luego del fin de su mandato, el gobernador bien podría concentrarse en administrar lo que tiene de poder legítimo para abrir el juego a las filas peronistas, convocar a un debate amplio de todo el movimiento y pedir, recibir y aplicar los aportes que les puedan hacer aquellos sectores que hasta hoy estuvieron ausentes de la gestión, sin representación, sin voto y con mucha crítica.
Sin embargo, no todo se circunscribe a un problema de estilo -tan particular como el de Jaque-, tampoco a los problemas de comunicación, menos a la encriptación de la que hace gala el jefe de Gobierno, casi atrincherado en el palacio cívico desde el mismo día en que asumió. No sólo es eso. Es algo mucho más grave: el pacto no escrito pero muy activo y omnipresente que ha tenido y tiene con parte del poder económico de la provincia, a tal punto que no sólo ese poder avanzó en las decisiones de gobierno trascendentes como aquellas vinculadas con los recursos estratégicos y el de los servicios, sino que se coló intestinamente, a punto de haber marginado a las columnas políticas (intendentes, la juventud, que podría haberle dado sustento en esta época de profunda debilidad). Hasta la llegada de López Puelles a un organismo como la DGE está tocada por esta relación. Y seguramente deberá gastar energía en el transcurso de este mes en sostener con argumentos sólidos al funcionario propuesto, frente a la andanada de dudas y sospechas que se ciernen sobre esa decisión. López Puelles llega de la mano de Daniel Pereyra, el titular del Casino y ex empleado del Grupo Vila-Manzano. Cuál es la necesidad o el compromiso de ubicar al contador en un ministerio cuyo titular bien podría haberse consensuado con quien hoy, dentro del PJ, puede darle sustento a lo que queda del proyecto provincial. Esas dudas están, salen a la luz y explican muchas de las decisiones que se toman, en las cuales priman los compromisos sectoriales a los generales.
El gran problema de este gobierno es no haber podido utilizar el caudal de capital político que consiguió en su momento ni aún administrar el que tiene. ¿Con qué sentido? Bien no se sabe todavía. Pero, como es de suponer, se puede oler, palpar, vislumbrar y a veces hasta se manifiesta y se puede ver.
Entonces, el gobernador ha
desaprovechado un momento para reaspectarse. El cambio de ministros que tanto le costó realizar finalmente se hizo. Pero el tiro volvió a salir por la culata. Y lo que se viene no resulta muy halagüeño para la administración, porque a las señales evidentes de la intervención del poder económico en varias áreas, el Gobierno está a punto de autorizar el incremento en la tarifa de la luz, asunto que generó más de una suspicacia porque viene a justificar una transferencia millonaria en favor del sector eléctrico, en este caso, altamente concentrado en la firma Edemsa, ya que controla más de 70 por ciento del mercado provincial.
Los próximos dos años son clave para un peronismo que ve a Jaque en retirada, pero que no permitirá que el gobernador se lleve al movimiento consigo. Esto es que se desatará una disputa por ver cuáles de los dirigentes y sectores quedaron menos golpeados para intentar suceder a Jaque. Enfrente tienen a una oposición que hace gala de un puñado de hombres y mujeres que se prueban todos los trajes, envalentonados con el golpe de urnas del 28.
El peronismo espera que Jaque conduzca este proceso en un terreno lo más llano y amigable posible. Para eso no tiene otra salida que concentrarse en levantar la gestión, para lo cual tampoco alcanza con viajar dos días a Buenos Aires, mantener una docena de reuniones con ministros y secretarios de Cristina y distribuir las fotos como prueba de esfuerzo y preocupación por los temas de la provincia. De lo último que se lo puede cuestionar a Jaque es de haragán. El punto es que ese trabajo que se realiza en muchas de las áreas y que es monitoreado casi personalmente por el propio gobernador, cuando se intenta transmitir se teatraliza y pierde efecto. Hoy es tiempo de transparencia, de apertura, de consulta, de diálogo, de decisiones y de hechos. El ruido político del momento lo tiene que hacer la oposición, la que todavía consume las mieles del rotundo éxito. El gobierno de Jaque debe esperar la vuelta de su momento. Por ahora se le pedirá mucho y debe responder, con humildad y en favor de los intereses comunes, no de los pocos.

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“Nosotros tenemos un plan” (Jaque, setiembre del 2007)

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Aquel escrito del 2007 se tituló Con Jaque gana Mendoza, Plan de Gobierno, Mendoza 2007-2011. Aquí, algunos párrafos e ideas fuertes de esa olvidada pieza. El recordarlo, puede ayudar.

“A mí no me molesta que opinen, lo que me molesta es que se callen, que no digan lo que sienten, como los amigos de la prensa, que de a poquito los he ido convenciendo de nuestra sinceridad, de nuestra voluntad y de nuestra capacidad. No es que ya me vean alto, rubio, de ojos claros, pero no hace falta eso. Me hace falta que digan lo que ven, que transmitan lo que decimos, que ejerzan su libertad con plenitud. (...) Gracias por todos los días que estamos pasando, gracias por los días del presente y por los días que vienen, gracias por el futuro mejor que me dejan construir. Gracias a todos, con mi corazón los siento y con mi memoria los recuerdo. Gobernaré para todos, se los juro por Dios”. Celso Jaque, principios de setiembre del 2007, 50 días antes de las elecciones de octubre del mismo año que lo coronaron gobernador de la provincia.

El gobernador hoy se encuentra en un período de reflexión y pensamiento. Seguramente analiza los pasos a seguir luego del 28 de junio. La prensa lo busca incesantemente para que devele qué hará con el gabinete, si hace cambios o no. Su credibilidad y la de su gobierno están seriamente debilitadas, resquebrajadas. Quizás, el problema no sea de nombres, sino más bien de recuperar la senda que perdió a poco de andar. El problema parece estar en él y, quizás, hoy sea un buen momento para retornar a los objetivos que lo llevaron al triunfo, casi dos años atrás. Sólo tiene que repasar su propio plan de acción, de metas, objetivos, del plan de gobierno que escribió en 193 páginas y que lo catapultó a un triunfo inesperado.
Ayer, el gobernador salió unos minutos del ostracismo en el que está sumido. Esbozó alguna autocrítica bienvenida: “Son muchas las correcciones que se podrían hacer, pero nunca las haría a través de los medios porque creo que uno tiene que gobernar con hechos y no con palabras. Los desafíos son permanentes, los cambios y las cosas que se deben hacer y realizarse, independientemente de situaciones como puede ser una elección, pueden ser en cualquier momento”. Jaque tiene que ponerse a gobernar, a hacer lo dice y describe con palabras. Tiene más de dos años para lograrlo.
Aquel escrito del 2007 se tituló Con Jaque gana Mendoza, Plan de Gobierno, Mendoza 2007-2011. Aquí, algunos párrafos e ideas fuertes de esa olvidada pieza. El recordarlo, puede ayudar.

Diez metas básicas para el Bicentenario. 1) Indigencia cero; 2) garantizar el acceso a la salud; 3) triplicar el presupuesto en educación; 4) generar más y mejores empleos; 5) ampliar la frontera productiva con sistema hídrico sustentable; 6) duplicar la producción de nuestra provincia al 2010; 7) triplicar las exportaciones; 8) crear una línea aérea regional; 9) crear una red provincial de incubadoras de empresas y 10) recuperar la seguridad de los mendocinos.

√ Shock de competitividad en la provincia en el mediano y largo plazo.

√ Nuevo Banco de Mendoza. Mayor acceso al financiamiento, más plazos, mejores condiciones.

√ Implementaremos una política agresiva de conquistas de nuevos mercados, saldremos a vender Mendoza al mundo.

√ Instrumentaremos una tarjeta identificatoria de la seguridad social provincial que sea coincidente con el DNI y estableceremos su posible aplicación en el nuevo sistema de salud provincial que estamos diseñando.

√ Crearemos el Consejo de Competitividad Empresarial, como foro de reflexión del sector público y privado. El Consejo será un elemento central en el diseño de las políticas sectoriales mendocinas.

√ Crearemos una comisión interministerial de asuntos rurales y un centro del desarrollo rural.

√ Haremos efectivo el acceso a internet en el medio rural y promoveremos la mejora de la cobertura de la telefonía móvil.

√ Ley de calidad del sistema provincial de internet que garantice una unidad de calidad en todo el territorio provincial.

√ Agencia provincial de medicamentos y productos sanitarios, con un sistema de precios de referencia que permita bajar el precio a las especialidades farmacéuticas.

√ Impulsaremos la Ley Integral de Apoyo a la Familia, Ley de Adopciones, horarios más flexibles a la administración pública, la creación del consejo audivisual para proteger a los menores frente a los contenidos inadecuados.

√ Un plan de salud bucodental para mayores de 65 años.

√ Un fondo de reserva de la seguridad social como garantía de solidaridad y cohesión social.

√ Innovación de gestión: centros de salud abiertos 24 horas, informatizados y con historias clínicas electrónicas.

√ Crearemos la agencia mendocina de sanidad exterior.

√ (Impulsaremos) Medidas para que los servicios públicos se encaminen a una verdadera competencia donde el usuario tenga la posibilidad real de elegir saliendo del esquema de público cautivo. Se crearán condiciones para establecer alternativas, sobre todo en el transporte público. Revisaremos minuciosamente los monopolios.

√ Debemos transformar la administración pública con la instauración del horario ininterrumpido de atención al público, las cartas de servicio al ciudadano, la ventanilla única y la incorporación a la sociedad de la información con el plan de choque de administración electrónica y el portal del ciudadano.

√ Promoveremos incentivos para el empleo de los emigrantes retornados, creando bonificaciones para los contratos formativos en prácticas, también para contratos de trabajadores en riesgo en exclusión social, así como el fomento de la contratación indefinida. Reforzaremos los medios al servicio de los consulados para mejorar la atención de las demandas de los mendocinos.

√ En cuanto a seguridad, no sólo se trata de tener dinero, sino sobre todo de gestionar inversiones. De un presupuesto de 402 millones de pesos, sólo se gastó el 14 por ciento. Hay más de 1 millón de pesos por día para invertir en seguridad. Falta gestión y planificación, sobra improvisación.

Por su bien y por el bien general, todos esperan que pase al momento de los hechos. ¿Lo mejor estará por venir?

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Tentaciones a boca de urna que pueden esconder el ocaso

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Las señales recibidas luego de las elecciones del domingo van en la dirección de un necesario golpe de timón por parte del gobernador.

Se lo pidan o no, el gobernador Celso Jaque debe darle un golpe de timón a su gestión, estremecerla, sacudirla y actuar con energía. La duda, las cavilaciones y también las especulaciones, frente al vendaval de presiones que recibió desde el primer minuto después de conocido el resultado electoral del domingo para que echara a funcionarios y asumiera como propia la derrota, sólo retrasarán la recuperación que necesita la administración del Gobierno.

Las señales deben evidenciarse en un cambio de actitud en este preciso momento en el que todo indica que será difícil conseguir un mínimo de garantía para gobernar ante una oposición que ha tomado el triunfo del domingo con gusto a revancha.

La revancha, acompañada de ciertas actitudes propias de un desahogo largamente esperado, salió a la luz el miércoles, en la Legislatura, 72 horas después del batacazo en las urnas. ¿Acaso el oficialismo hubiese actuado de otra manera de haber ganado? Posiblemente no. Seguro que no. Y es ahí donde radica el problema de base de la dirigencia política provincial, lejos, muy lejos de lo que espera la ciudadanía.

Hay entre diez y un quince por ciento de votos que no tienen propiedad. El dato ha sido calculado en función de las encuestas previas que se publicaron en los días anteriores al comicio y comparando los comportamientos históricos de elecciones pasadas. Es decir, creer que un triunfo es un cheque en blanco para gastar en antojos no es otra cosa que equivocar el camino que marcó y ordenó tomar el elector con estas elecciones.

El cobosrradicalismo esperaba el triunfo del último fin de semana como quien espera la tabla a la que aferrarse en medio de un naufragio y para desatar esa presión amarga contenida que lo había indigestado desde octubre del 2007. Y lo hizo de la peor manera, cuando trabó, junto a los demócratas y al ARI, la sanción de la emergencia sanitaria en la provincia para hacer frente a la gripe A. Mezquino y bochornoso resultó ser el papel opositor, porque con la salud de la población no se juega y tampoco debe sacarse algún rédito político especulando con una coyuntura muy especial. Porque para eso, además, están los controles. Si la oposición desconfiaba, quizás con razón, del uso de los recursos que de manera indiscriminada podría hacer el oficialismo, sólo tenía que asegurarse el manejo de ese sistema. Pero no trabar. Políticamente, también fue un error. Le dieron al gobernador Celso Jaque, uno de los padres indiscutibles de la derrota oficialista del domingo, la posibilidad de jugarse una carta valiosísima para acercarse al sentido común de la gente, una propiedad que perdió casi el mismo día en que tomó el control de la provincia a fines del 2007. Esa decisión lo recuperó un poco.

Una conclusión apresurada de cómo nos puede ir en los próximos meses a los mendocinos apunta por el lado del pesimismo. Salvo un cambio de actitud del oficialismo y de la oposición, a quienes se les exige que pongan las barbas en remojo.mazazo en ciernes. Si la oposición, cobista, especialmente, se ha empecinado en cobrarse las amarguras y momentos inciertos que vivió en el último año y medio, asumiendo un comportamiento sorprendente por la falta de mesura y madurez, el oficialismo no se queda atrás si luego del domingo decide, perdido por perdido, profundizar el rumbo de algunas políticas fuertemente polémicas sobre asuntos estratégicos que había insinuado antes de las elecciones, como, por ejemplo, el darle vía libre al nuevo esquema de tarifas del servicio eléctrico actualmente frenado.

Hay algunos indicios que permiten concluir que el gobierno de Celso Jaque intentó hacer prender una operación periodística de confusión social sobre este asunto tan sensible.

El tema es preocupante, porque, al parecer, la maniobra que no prendió en ciertas redacciones apuntaba a instalar en la ciudadanía que el gobierno había dispuesto, sin que nadie lo confirmara, una marcha atrás en el aumento de 24 por ciento de la tarifa domiciliaria para financiar al sector eléctrico, en concreto, a Edemsa, la principal beneficiaria con una transferencia de recursos a su cuenta de unos 100 millones de pesos para este 2009.la historia. Manos de funcionarios anónimos e invisibles decidieron devolver al EPRE el voluminoso expediente conteniendo la documentación del recalculo tarifario que estaba en las dependencias del Ministerio de Infraestructura. Junto con el envío, se adjuntaba una orden enigmática, misteriosa, sorprendente: "archívense" todas las actuaciones. La orden estaba firmada por la subsecretaria de Servicios Públicos, Patricia Martínez. La documentación tomó de alivio a los técnicos del EPRE porque no la esperaban. Interpretaron que significaba que el Gobierno había decidido dar marcha atrás con el aumento y cumplir con todo el procedimiento de audiencias públicas y cálculo nuevamente. Pero en el Ejecutivo nadie se hizo cargo de una decisión tan importante. Una copia de ese nuevo expediente llegó a nuestras manos en la redacción de El Sol. Sin embargo, como le ocurrió a los técnicos del EPRE, en el Ejecutivo sólo se consiguió silencio en torno al supuesto archivo del aumento. Ni siquiera Martínez, quien había firmado ese remito, hablaba. No se la pudo encontrar en ningún lado. Las elecciones estaban a sólo unas horas. En las empresas, tampoco había queja alguna de la marcha atrás en la decisión del Gobierno que las perjudicaba directamente. Hasta que, tres días antes del domingo eleccionario, apareció una pieza administrativa que solicitaba de nuevo el expediente al Ministerio de Infraestructura para que todo siguiera su curso. La nueva explicación daba cuenta de que el Ejecutivo había cometido "un error" en el archivo de todo el expediente y, por ende, de la decisión de incrementar la tarifa. No es ingenuo suponer que si se publicaba la falsa decisión del Gobierno, podía llegar a beneficiar electoralmente a los candidatos del oficialismo. Aunque llamaba la atención que el Gobierno no lo informara, sabiendo que la medida podía llegar a reconectarlo con parte de la sociedad.

El decreto con el aumento no ha sido publicado, por ahora. Es posible que el Ejecutivo esté muy presionado por Edemsa, situación para nada desechable. Pero se supone que, luego del domingo, tomar una decisión de semejante impacto puede parecerse a un suicidio político, a una quema de naves. Aún no lo sabemos.

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