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Con el virus adentro

Celso Jaque no sólo comunica mal. Posiblemente, además, pifie en los métodos y en muchas de las decisiones que toma, como parece haberle ocurrido con la designación del director general de Escuelas, Carlos López Puelles.

Entre los varios problemas que tiene la administración del gobierno de Celso Jaque -que de más está decir que son para todos los gustos-, quizás uno sea el más sorprendente: el de no poder mirar hacia adelante sin caer en la depresión y desazón que le provoca ver que el capital político que va consiguiendo con algunas medidas, menguado desde ya luego de la derrota electoral, se le esfume tan rápido con la incapacidad evidente de poder sacarle algún provecho, pese a contar, todavía y por dos años más, con todos los atributos del poder.
Es un fenómeno raro de la política, pero las explicaciones están a flor de piel y surgen espontáneamente. Celso Jaque no sólo comunica mal. Posiblemente, además, pifie en los métodos y en muchas de las decisiones que toma, como parece haberle ocurrido con la designación del director general de Escuelas, Carlos López Puelles, asunto que ha generado muchas dudas desde el vamos, cuando pocos lo conocen, pero que podrían multiplicarse a medida que vayan saliendo a la luz tejes y manejes que envolvieron la llegada de este contador que hasta ahora se venía desempeñando en la Dirección de Administración para saltar al cargo que cumplió hasta el lunes la maestra rural Iris María Lima, la Tía Tita, como se la conoció en la intimidad del gabinete.
El panorama es bastante complejo. El fenómeno es que el Gobierno desaprovecha todas y cada una de las alternativas que tiene en el menú para levantarse del mazaso. En un contexto en donde todo el oficialismo resultó perdedor, lo más razonable sería que el Gobierno buscara contención en el propio peronismo, pero las señales que se están lanzando van en otro sentido. Con Jaque fuera de juego en cualquier proyección política para luego del fin de su mandato, el gobernador bien podría concentrarse en administrar lo que tiene de poder legítimo para abrir el juego a las filas peronistas, convocar a un debate amplio de todo el movimiento y pedir, recibir y aplicar los aportes que les puedan hacer aquellos sectores que hasta hoy estuvieron ausentes de la gestión, sin representación, sin voto y con mucha crítica.
Sin embargo, no todo se circunscribe a un problema de estilo -tan particular como el de Jaque-, tampoco a los problemas de comunicación, menos a la encriptación de la que hace gala el jefe de Gobierno, casi atrincherado en el palacio cívico desde el mismo día en que asumió. No sólo es eso. Es algo mucho más grave: el pacto no escrito pero muy activo y omnipresente que ha tenido y tiene con parte del poder económico de la provincia, a tal punto que no sólo ese poder avanzó en las decisiones de gobierno trascendentes como aquellas vinculadas con los recursos estratégicos y el de los servicios, sino que se coló intestinamente, a punto de haber marginado a las columnas políticas (intendentes, la juventud, que podría haberle dado sustento en esta época de profunda debilidad). Hasta la llegada de López Puelles a un organismo como la DGE está tocada por esta relación. Y seguramente deberá gastar energía en el transcurso de este mes en sostener con argumentos sólidos al funcionario propuesto, frente a la andanada de dudas y sospechas que se ciernen sobre esa decisión. López Puelles llega de la mano de Daniel Pereyra, el titular del Casino y ex empleado del Grupo Vila-Manzano. Cuál es la necesidad o el compromiso de ubicar al contador en un ministerio cuyo titular bien podría haberse consensuado con quien hoy, dentro del PJ, puede darle sustento a lo que queda del proyecto provincial. Esas dudas están, salen a la luz y explican muchas de las decisiones que se toman, en las cuales priman los compromisos sectoriales a los generales.
El gran problema de este gobierno es no haber podido utilizar el caudal de capital político que consiguió en su momento ni aún administrar el que tiene. ¿Con qué sentido? Bien no se sabe todavía. Pero, como es de suponer, se puede oler, palpar, vislumbrar y a veces hasta se manifiesta y se puede ver.
Entonces, el gobernador ha
desaprovechado un momento para reaspectarse. El cambio de ministros que tanto le costó realizar finalmente se hizo. Pero el tiro volvió a salir por la culata. Y lo que se viene no resulta muy halagüeño para la administración, porque a las señales evidentes de la intervención del poder económico en varias áreas, el Gobierno está a punto de autorizar el incremento en la tarifa de la luz, asunto que generó más de una suspicacia porque viene a justificar una transferencia millonaria en favor del sector eléctrico, en este caso, altamente concentrado en la firma Edemsa, ya que controla más de 70 por ciento del mercado provincial.
Los próximos dos años son clave para un peronismo que ve a Jaque en retirada, pero que no permitirá que el gobernador se lleve al movimiento consigo. Esto es que se desatará una disputa por ver cuáles de los dirigentes y sectores quedaron menos golpeados para intentar suceder a Jaque. Enfrente tienen a una oposición que hace gala de un puñado de hombres y mujeres que se prueban todos los trajes, envalentonados con el golpe de urnas del 28.
El peronismo espera que Jaque conduzca este proceso en un terreno lo más llano y amigable posible. Para eso no tiene otra salida que concentrarse en levantar la gestión, para lo cual tampoco alcanza con viajar dos días a Buenos Aires, mantener una docena de reuniones con ministros y secretarios de Cristina y distribuir las fotos como prueba de esfuerzo y preocupación por los temas de la provincia. De lo último que se lo puede cuestionar a Jaque es de haragán. El punto es que ese trabajo que se realiza en muchas de las áreas y que es monitoreado casi personalmente por el propio gobernador, cuando se intenta transmitir se teatraliza y pierde efecto. Hoy es tiempo de transparencia, de apertura, de consulta, de diálogo, de decisiones y de hechos. El ruido político del momento lo tiene que hacer la oposición, la que todavía consume las mieles del rotundo éxito. El gobierno de Jaque debe esperar la vuelta de su momento. Por ahora se le pedirá mucho y debe responder, con humildad y en favor de los intereses comunes, no de los pocos.

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