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La calma que intranquiliza

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Los problemas siguen siendo los mismos y quizás más graves, y la política, sin elecciones a la vista por un buen tiempo, está obligada a ocuparse y a encontrar las soluciones más rápidas a los problemas más urgentes.

El mar embravecido se ha calmado. La tormenta se ha apaciguado, y todo indica que arranca un período de cierta estabilidad, aunque expectante. Los problemas siguen siendo los mismos y quizás más graves, y la política, sin elecciones a la vista por un buen tiempo, está obligada a ocuparse y a encontrar las soluciones más rápidas a los problemas más urgentes: la escasez de fondos hace peligrar hasta el pago de sueldos de los estatales, la provisión de insumos en los hospitales y la reactivación de la obra pública como generadora de empleo. Sin endeudamiento, nada de lo anterior podría cumplirse, por eso el pacto político no escrito ni firmado, pero consentido y acordado por la fuerza de la realidad, va en el camino para hacerle frente a la urgencia entre todos. El espanto los ha unido detrás del monstruo de la crisis financiera, agravada, claro está, por esa ignominia irresponsable que ha sido seguir indicadores estadísticos mentirosos. El país está en problemas, pero dentro de sus territorio no todas las provincias están igual de mal. San Luis no está en la situación de Mendoza y no es porque haya recibido más coparticipación en función de la cantidad de población. Al seguir un esquema de cálculo que ignoró la realidad, los resultados saltaron a la vista en Mendoza: un presupuesto mal calculado, sobre recursos que nunca existirían, en verdad. Hoy la provincia se debate entre todas las formas de endeudamiento que hay en el menú. No se habla de emitir alguna cuasimoneda, pero sólo por ahora. Córdoba y Buenos Aires están cerca de esa variable.
Y en los municipios andan igual de peor que en la provincia. Todos miran a Celso Jaque intentando que la provincia no les suelte la mano. De ahí la calma que se percibe, luego de los rumores destituyentes que circularon días atrás, alentados, por cierto, tanto por oficialistas como por opositores.
Los intendentes peronistas, por aquello de la falta de fondos y la necesidad imperiosa de conseguirlos, se alinearon. Se convencieron días atrás, cuando en una cruzada desembarcaron en algunos despachos oficiales y no tanto del poder central en Buenos Aires y se convencieron de la magnitud de la crisis. El encuentro quizás más hablado y comentado fue el que tuvo el sanrafaelino Omar Félix con Néstor Kirchner. Luego, cuando regresó, Félix echó a correr la decisión de apoyar a Jaque mientras discurran los apremios financieros. Dicen que Kirchner le describió con lujo de detalles el mapa político mendocino y quién es quién, incluso, con sus alineamientos políticos atados a los negocios empresariales. Kirchner sabe muy bien de eso y pocos pueden engañarlo y esconderle sus movimientos. Sabe muy bien que detrás de Félix está José Luis Manzano y que el sanrafaelino fue el único que ganó en la última elección y que pocos le tienen confianza. Pero así como lo tranquilizó respecto del auxilio financiero, le pidió también apoyo a Jaque. "Es el gobernador peronista y hay que bancarlo, después se verá cómo y por dónde se discute el poder, pero hoy hay que bancar esto", le sugirió, más o menos en esos términos, Kirchner.
Todos con Kirchner y todos con Jaque, esa es la línea a seguir por el peronismo mendocino en esta hora. El tiempo de los cónclaves y reuniones de catarsis y evaluación del resultado electoral ha pasado. No se hizo ya y es poco probable que se lleve adelante. No tiene mucho sentido. Se sabe que el gobierno está mal, que no repunta, que no tiene carisma y que la gente no lo quiere. Pero, hacia adentro, el propio Jaque parece estar cambiando de estrategia: se muestra un poco más permeable, más comunicativo, y compartiendo algunas decisiones.
La oposición también ha sosegado sus ímpetus de ir por todo. Si todo se desmadra, qué provincia heredarán en el 2011, a la luz de que todos imaginan un gobierno de distinto color político que el actual. La billetera, aunque con poco para repartir pero sí la única, marca el destino también de los intendentes opositores. Por qué pelearse con Jaque, si es quien hoy tiene la llave para ir al tarro y rascar el fondo buscando las monedas que necesitan para salir del atolladero.
La política anda en esas cosas, urgentes, a su limitado saber y entender. La gente parece estar en otras cosas. Ambos sectores, la política representada por "los políticos" y lo que se dice sociedad representada por "la gente", hace un buen tiempo que están divorciados, y los dos, a su vez, no están dispuesto a ocuparse de los asuntos de fondo: ni la política ni tampoco la gente.
¿Cómo es esto? Una serie de encuestas que Enrique Bollati viene realizando desde el 28 de junio a la fecha da cuenta de un panorama curioso. Los grandes temas están ausentes. Son esos que permitirían realizar reformas de fondo, estructurales, que derivarían en políticas de mejoras directas del bienestar social y calidad de vida. Pero no son identificadas como tales. Y, por ende, la política, que está al tanto de este fenómeno ni se involucra en ellos: "¿para qué, si la gente no quiere ni está dispuesta a que le hablen de estas cosas?", responden desde ahí.
Según Bollati, la gente no percibe la crisis en términos de terminal, como se nos presenta. Por ejemplo, se pide que bajen los impuestos y que no se detenga la obra pública, hoy casi una irracionalidad. La gente percibe como el principal problema de los argentinos la falta de diálogo del gobierno, como problema de gestión, y se identifica el empleo, la seguridad y la educación como sus más acuciantes asuntos a resolver. Pero no aparece en la agenda una reforma tributaria ni tampoco el trabajo en negro. Para la sociedad, no son un tema de preocupación las reservas petrolíferas, por ejemplo, que podrían terminarse en uno o dos períodos de gobierno más. Como la gente no quiere hablar de ello ni que le hablen, el político no lo incluye en su agenda.
El círculo vicioso se va alimentado así con otros ingredientes y nadie está dispuesto, o no puede, o no quiere romperlo. Y así vamos.

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Pavorosa sensación de vacío

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El problema está en el gen primigenio que le dio vida a este período, con Jaque al frente y con Alejandro Cazabán como el fiel y único escudero de una cruzada que ya está perdida para la inmensa mayoría de quienes comenzaron a desandar lo que había sido un sueño.

Sin un minuto de paz transcurre el gobierno de Celso Jaque. Una tortura infinita, un calvario. No hay caso. Ya no se trata de una cuestión de mala imagen, de falta gestión, de planes, de proyectos estratégicos, de la escasez de visión y autoridad política para alinear a la tropa luego de una debacle electoral que, si se analiza y mira fríamente, en un contexto justo, realista, no ha sido tan distinta a las que han sufrido otras gestiones anteriores. Tampoco parecen ser la causa de tanto mal las investigaciones y operaciones de todo tipo en contra de una administración con la intención de hacerla tambalear y poner en juego las instituciones, la gobernabilidad. Ya no es sólo eso. El problema está en el gen primigenio que le dio vida a este período, con Jaque al frente y con Alejandro Cazabán como el fiel y único escudero de una cruzada que ya está perdida para la inmensa mayoría de quienes comenzaron a desandar lo que había sido un sueño y que un día se les presentó real, en aquel inesperado octubre del 2007.

Como el gobernador no conduce, llamativamente, en el peronismo han optado por salvarse solos, todos. Todos, a excepción, está dicho, de Cazabán, quien morirá al lado de su señor, blandiendo la espada a troche y moche, viéndose a sí mismo como el rey Leónidas, en la batalla de las Termópilas, contra todos los que amenazan lo que está establecido, ordenado. Una batalla entre bárbaros y un puñado de incomprendidos bienintencionados, resistiendo en el casi épico escenario del cuarto piso del palacio.

Hay que hurgar bien profundo y en lo más recóndito para hallar las razones de por qué se está como se está, y lograr alguna explicación orientativa. Los intendentes piden en público y en privado alguna línea a seguir en medio de la crisis de plata que los afecta a todos. Al menos, así se los ve. Por caso, el último martes, el cacique peronista de Las Heras, Rubén Miranda, junto al radical de Tunuyán, Eduardo Giner, desde un programa de televisión, rogaron por un encuentro con Jaque para discutir la situación financiera. Ninguno fue convocado. Es más, Giner llamó a Hacienda el miércoles por una respuesta rápida a un endeudamiento crónico de Tunuyán por unos 4 millones de dólares que se los reclama el BID. "Nos dijeron que no tenían ninguna novedad, que se estaban ocupando de sus cosas y que, quizás la semana que viene, hablábamos", contó Giner. Como ese ejemplo, muchos.

Es un caso extraño. Los intendentes pidiendo reuniones por los medios, los ministros en medio de comedias que los enfrentan unos a otros en una situación cada vez más peligrosa y bochornosa, los sindicatos, que de por sí pierden poder día tras día porque también sufren la crisis dirigencial de la política, buscan armar lastimosamente espacios más o menos considerables por afuera y todos maltratando al Ejecutivo.

El clima, este ambiente caldeado pero muy raro, da para todo. Hasta para que circulen rumores de que será echado el ministro de Gobierno, Mario Adaro, porque asistió a un encuentro de 50 dirigentes gremiales de muy escasa incidencia, en donde se criticó con fiereza el rumbo de la administración peronista. O porque se le endilga el armado de un golpe contra Cazabán. Hoy es Adaro, pero antes fue Luis Böhm, el secretario de Turismo caído en desgracia. Otro caso curioso es este de Böhm. Fue nombrado allí como un premio a un joven inteligente, llamado a liderar las futuras huestes peronistas que crecerían al paso de la revolución Jaque y se está incendiando. En ese puesto -una beca invalorable para cualquier político con ambiciones de hacer una carrera, por lo menos, decorosa-, ya habían brillado los radicales Gabriel Fidel y Mariana Juri. Böhm cayó a un precipicio. Hoy es un paria en el actual esquema y muchos apuestan a que su carrera política se ha terminado, mezclado en el affaire de los Cadillacs. Una exageración, sin dudas. Pero eso pasa en el particular mundo del gobierno del malargüino.

Todo ha costado desde el vamos. Y una de las causas, además de las tantas dichas y enumeradas, es la falta de política que afecta a toda la dirigencia, a la oficialista y a la opositora. Y Mendoza no avanza.

¿No es notable, acaso, que cuando el gobierno se ha dispuesto a encarar una transformación de fondo, ha elegido el tema servicios -cosa que no está nada mal- pero desde una óptica extraña y poco clara? Allí están los casos del nuevo esquema regulatorio del sector eléctrico que emprendió con ínfulas Jaque, hasta que se descubrió una maniobra para favorecer a los controlantes de Edemsa y luego se volvió atrás, pagando un costo políticamente altísimo. La concesión de las áreas secundarias petroleras, en su momento, también dejó mucho que cuestionar, con un dictamen raro del fiscal de Estado que hoy está dejando ese órgano de control. Ahora, más cerca en el tiempo, una intervención de OSM que se presentó como una jugada fuerte para rescatar el servicio de agua y cloacas de un grupo de empresarios desaprensivos e irresponsables. ¿Pero si en verdad no es otra cosa que una maniobra oculta para ceder la empresa, saneada, en un par de años a estos u otros empresarios tan sospechosos y
desaprensivos como los que están? Esta pregunta sobrevuela el nivel de empleados calificados y no tanto que componen la empresa que hoy ha intervenido el Gobierno. Y hasta ahora, nadie ha podido responder con certeza y contundencia por qué se optó por la intervención, cuando se pudo haber hecho caer la concesión.

Se va otra semana esquizofrénica, con sensación a vacío de poder, anárquica, pero con una sociedad madura que los ve actuar a todos, incluso a la oposición cuyos miembros se entretienen haciéndose piquetes de ojos y zancadillas como parte de un estilo de hacer política de poca monta, rastrera. Esta oposición no encuentra eco en el gobierno, pero debe enterarse que, hasta ahora, es incapaz de mostrar un camino distinto más que el de haber sido un canal por donde hacer discurrir tanta bronca junta ante la ineficacia, el 28 de junio.

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La desestabilización

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La calma pareció llegar. Pero obviamente es muy débil, como la administración del malargüino, que, si bien ha comenzado a hacer algunos esfuerzos para mostrarse sin fisuras, se sabe que gabinete adentro la situación es bastante turbulenta.

- A ver, si vos querés, me reúno con los presidentes de los bloques y los tranquilizo. Si es necesario, armá la reunión ya mismo.
- ¡No Mario, para nada! No hace falta, che. Además, los estamos agrandando demasiado. Después andan diciendo que sólo por ellos (la oposición) la gobernabilidad está asegurada. Además, te digo una cosa: el peronismo jamás se va del Gobierno.

La charla tuvo como protagonistas al diputado peronista y presidente del bloque, Carlos Bianchinelli, y al ministro de Gobierno, Mario Adaro, ayer en horas de la mañana y por teléfono. Adaro había escuchado a Bianchinelli decirle al periodismo que la gobernabilidad no corre peligro y que Celso Jaque nunca ha estado más tranquilo y seguro gestionando como por estas horas.

Desde hace una semana que se vienen advirtiendo, a fuerza de evidencia clara y contundente, resquebrajamientos en el sistema institucional de la provincia. El ambiente ha propiciado que parte de la oposición se lanzara desbocada contra una inmutable gestión jaquista, frente a las sorprendentes filas del oficialismo -con algunas excepciones- que parecieron alentar embestidas con fuerte olor y color destituyente.

Fue una semana compleja en ese sentido, quizás la más frágil para el sistema político mendocino desde que Jaque gobierna la provincia. Rumores y versiones de todo tipo fueron alentando la siembra de un ambiente de inestabilidad, que algunos compararon con el 2001-2002 para darle cuerpo a un clima colectivo muy parecido al "que se vayan todos".

Alguien, en un rapto de lucidez, se dio cuenta del estado de fragilidad con el que el que está gobernando Jaque la provincia y, por eso, se dispuso que el secretario general de la Gobernación, Alejandro Cazabán, "bajara" a la Legislatura, el miércoles, para hablar de política con los diputados oficialistas que dicen sentirse espectadores privilegiados del show. La visita descomprimió la por demás tensa relación entre el Ejecutivo y la tropa de Jorge Tanús y Bianchinelli en Diputados. Y también pareció calmar la ansiedad de los intendentes, que escucharon de boca de sus diputados lo que ocurrió en ese encuentro, antes de que trascendiera por los medios. Aunque parezca de ciencia ficción, cuentan algunos que se sintieron por una vez importantes en el esquema de gobierno. Cuando los senadores peronistas, días atrás, se levantaron y se fueron de la sesión protestando por el aumento en la tarifa de OSM que el Gobierno pretende impulsar en breve, lo hicieron porque nadie les había adelantado que la empresa se intervendría, como sucedió, y mucho menos que se quería incrementar la tarifa. Con semejantes desajustes, no se puede gobernar en cierta armonía, es evidente.

El frente opositor, por su lado, ha mostrado sorprendentes fisuras y diferencias de criterio insoslayables que perturban su reordenamiento. Es claro que la pelea por la disolución del Confe cobista y su vuelta a la UCR tradicional, enfrentamiento que protagonizan Juan Carlos Jaliff, enrolado en la defensa férrea del partido, y Alfredo Cornejo, que busca su disolución, se reflejó en estos días críticos. A tal punto que jugaron con fuego. Los más exaltados avanzaron por juicios políticos contra las principales espadas del Gobierno y se cree que desde ese sector se alimentaron las versiones sobre pedidos de licencia para Jaque o hasta de renuncia, aventurando que, de concretarse alguna de las alternativas, Cristian Racconto asumiría el control de la provincia para llamar a elecciones de inmediato. Un disparate.

La calma pareció llegar. Pero obviamente es muy débil, como la administración del malargüino, que, si bien ha comenzado a hacer algunos esfuerzos para mostrarse sin fisuras, se sabe que gabinete adentro la situación es bastante turbulenta. Mucho más con la investigación que lleva adelante el fiscal especial Eduardo Martearena, teniendo a tiro a los guardianes más fieles y únicos que tiene Jaque a su alrededor, como Raúl Leiva y el propio Cazabán. Con política, con movimientos, con encuentros más o menos amplios y no tan secretos y con un dejo de mayor apertura, estos hombres de Jaque pretenden apaciguar ese escándalo y sacarlo de los primeros planos mediáticos.

Por eso, se aceleró el armado y concreción del plan urdido en el cuarto piso para recuperar la iniciativa. Se trata de dar a luz una nueva línea en el peronismo devastado que incluya a la mayor cantidad de sectores que tiene el movimiento. Se quiere juntar la cabeza de los intendentes azules (Bermejo, Giménez, Righi), con los del Eje (Miranda, Abraham) e incluir a legisladores provinciales y hasta concejales, con intenciones y ánimo para sobrellevar la dura cuesta hacia arriba. El histórico quincho Panella, de la calle Alvear y Costanera de Godoy Cruz, que fue el reducto político por excelencia de la naranja de los 90, ha vuelto a ser visitado para este tipo de reuniones. Allí, en ese ámbito y con visitas al interior de Cazabán y compañía, comienza a discutirse la sucesión e inclusive nadie descarta llamar, hacia el final del proceso, al sanrafaelino Omar Félix, para sumarlo, si su proyecto político con José Luis Manzano, quien a su vez alienta a Julio Cobos, no prospera. A propósito de Manzano: el hombre, en sus visitas asiduas a Estado Unidos, habría tomado contacto con dos conocidos consultores y asesores de imagen para contratarlos y ponerlos a disposición del vicepresidente y su proyecto para el 2011.

Volviendo a Mendoza, Jaque tendrá problemas y estará obligado a sortear algunos planteos que ya están surgiendo con fuerza en la reconstrucción: que se aparte, que se haga a un costado y que garantice las condiciones para jugar.
Son pocos quienes mantienen al gobernador como emblema de esta cruzada, frente al embate de intendentes y funcionarios varios, pero esos pocos son los hombres más fuertes del gabinete: Cazabán y Leiva.

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Locos, están jugando con fuego

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Todo está fuera de control, desmadrado. La política mendocina ha ingresado por un túnel con dirección hacia abajo, como en un tobogán y a una velocidad desenfrenada. No se piensa, no se analiza, no se prevé. Y la gobernabilidad de esta provincia es la primera que se verá en problemas; y la sociedad, en particular los menos oídos, los más afectados.


Todo está fuera de control, desmadrado. La política mendocina ha ingresado por un túnel con dirección hacia abajo, como en un tobogán y a una velocidad desenfrenada. No se piensa, no se analiza, no se prevé. Y la gobernabilidad de esta provincia es la primera que se verá en problemas; y la sociedad, en particular los menos oídos, los más afectados.

¿Qué está pasando? Pasa que el grado de irresponsabilidad y de ceguera es tan alto, que muy pocos parecen percibir que la provincia está siendo conducida hacia un abismo. Se está corriendo un alto riesgo institucional, y cuando se ponen en juego valores tan altos en una suerte de ruleta rusa que existe en todos los ámbitos, el peligro es mayúsculo. Y alguien tiene que rescatarla, alguien tiene que pensar, alguien tiene que reflexionar y terminar con la locura.

El primer responsable de esa sensación de inestabilidad que muchos ya están percibiendo ha sido, sin dudas, el propio gobierno. Incapaz y ciega, la administración de Celso Jaque no percibió que, luego de la derrota electoral, debía convocar a un acuerdo amplio para sentar bases sólidas y objetivas, inviolables, para llegar a diciembre del 2011. Por el contrario, las líneas internas de un peronismo sin líder se desbandaron y se prepararon para culparse por el baño de realidad que de manera brutal le dieron las urnas.

La cripta gubernamental del cuarto piso miró a los intendentes con mucho más desdén del que les había demostrado hasta el 28 de junio y ellos, por su lado, al quedar aún más excluidos de las decisiones y espacios trascendentes, y conscientes que lo que creían podían arrastrar en su favor no fue tan importante como suponían, se refugiaron sin más en sus comunas con la firme intención de buscar salvarse solos de acá a dos años. Todos contra todos. A tal punto que, cuando estalló el escándalo de los Cadillacs, acorralando a un gobierno sin reflejos y desprolijo, todos miraron para otro lado sin capacidad para sostener, ni siquiera bancar, una decisión política de gobierno, como se la ha querido presentar. Hicieron todo mal.

La marginalidad con la que se movió frente a la estructura partidaria, la desconfianza como estilo y norma que fue imponiendo desde el vamos y hasta cierta actitud de profundo rencor que destiló hacia aquellos que no lo habían acompañado, le provocó a Jaque esta cosecha de pestes que lo está tapando.

Pero la oposición también es corresponsable de semejante estado de cosas en la provincia. Al moverse como un cardumen de tiburones asesinos, hambrientos, que han olido sangre cerca y van por ella, enceguecidos, no han hecho más que agudizar un estado de beligerancia y de posible no retorno en la decrepitud institucional. La oposición ha sitiado de tal manera la arena política provincial que le es imposible ver que lo que buscaba ya lo logró el 28 de junio, consiguiendo una autopista que la depositará en la gobernación a fines del 2011, que sólo podría hacer peligrar una catástrofe hoy impensada, inimaginable. Pero actuando así ellos lo pueden hacer posible.

Sin freno, y en ese contexto desbocado, el cobismo hasta impulsa juicios políticos contra sus dos objetivos más preciados (Cazabán y el propio Jaque), demostrando una sorprendente miopía y error de cálculo frente a lo que posiblemente herede al fin de esta administración, hipotecando el terreno en donde se podría asentar luego de destronar al peronismo.

Ha faltado, evidentemente, inteligencia, razón y un cálculo preciso de todo lo que se ha puesto en juego.

El nivel de virulencia política también contagió al Poder Judicial, para que sus más conspicuos representantes aprovecharan la volada para que en medio del desconcierto y desbande, volvieran a resistir uno de los pocos acuerdos que este gobierno parecía haber cerrado bien: el de la renovación judicial acompañado por una reforma amplia. Ante una administración débil y sin oxígeno, el Judicial se ha vuelto a plantar con muchas posibilidades de que la modificación al régimen de antigüedad del que gozan actualmente los magistrados –uno de los privilegios sectoriales más recalcitrantes y odiosos– no se lleve adelante. La política y sus miserias lo ha permitido.

De seguir esta tendencia, los próximos dos años son inviables para todo, de no mediar una acción que revierta este momento, que permita un impasse, una tregua, para definir puntos básicos que preserven y sustenten la gobernabilidad mínima de lo que resta de la gestión. Lo contrario sería buscar la asfixia total de un gobierno que, ante esa situación, debería irse antes de tiempo. O se busca eso quizás, y hay algunos que no nos hemos dado cuenta.

Si Jaque no lo hizo, porque no quiso o no pudo o porque no lo vio, es el arco opositor el que tiene que buscar un acuerdo de gobernabilidad con el gobierno. En ese terreno, plantear los grandes temas, incluso aquellos que tanto preocupan a algunos líderes del cobosrradicalismo, como el reparto de cargos de trascendencia que deberán ser cubiertos en esta administración, como el del fiscal de Estado, el de algunos ministros de la Corte y del Tribunal de Cuentas y hasta de varias docenas de jueces que podrían optar por irse.

La buena inteligencia de la gestión de Jaque podría haberse demostrado en estos aspectos compartiendo esa discusión y la decisión. Pero, evidentemente, careció de esa visión trascendente, la que fue cegada también por la voracidad, la misma de la que está haciendo gala la oposición.

Se impone, lejos, un encuentro, un pacto real y transparente, de cara a todo el mundo, con bases que permitan darle previsibilidad institucional a la provincia y no esta imagen de espanto que se ha instalado.

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